miércoles, 25 de julio de 2012

Exposición Instituto Norteamericano - Discurso inaugural



En esta ocasión, con motivo del 2° aniversario de la asociación de acuarelistas de Concepción, me gustaría compartir con el público presente una reflexión muy breve sobre algunos elementos relacionados a la acuarela como disciplina artística y como fenómeno creativo. 

Lo primero que quiero hacer mención  es  al carácter  vivencial de la acuarela como un fenómeno que surge de la experiencia, experiencia entendida a su vez como un hecho de facto que ocurre en un aquí y un ahora.  Y es que a pesar de que la acuarela sea una técnica más de entre tantas,  pocas son las que logran establecer una conexión directa con la experiencia in situ.

Es que, con el ejercicio de la acuarela, hay que considerar una serie de factores que muchas veces no quedan de manifiesto en la obra final, o se esconden solapados a la espera de algún ojo experto que sea capaz de reconocerlos.  Un verdadero artista de la acuarela debe ser consciente tanto de los fenómenos que ocurren dentro de sí, como de aquellos que escapan a su intelecto, pues obviando las problemáticas  estéticas que cualquier disciplina artística ofrece, un acuarelista debe tener la experticia suficiente para reconocer la temperatura del ambiente en el que se sitúa y como éste puede influir en su obra y en su proceso creativo, considerar además la perfecta humedad del trazo, la consistencia del pigmento, la calidad y las posibilidades del soporte y así una larga lista de factores. A decir verdad desconozco la existencia de otra técnica que exija tanto del artista como la acuarela lo hace,  pero si  soy consciente del rigor y la férrea disciplina que esta técnica requiere para su ejecución.

Rescatando la idea anterior sobre los fenómenos sentimentales e intelectuales que ocurren en el artista, la acuarela también cobra aquí su cuota de complejidad: Nos enseña a medir los tiempos, a considerar los ritmos y a manejar las intensidades.  Nos indica que por momentos se debe ser enérgico, rápido…certero, para luego, quizás, moverse grácilmente con delicadeza, soltura y fluidez. Todo lo anterior ligado, por supuesto, a la condición del pigmento, un pigmento de naturaleza inestable que ofrece un abanico inmenso de posibilidades que con práctica se convierten en bondades. Un pigmento que en el ejercicio  práctico puede hacer que nuestro actuar sea rápido y por ende azaroso, o en completa oposición, en presencia del  frío y la humedad nos obligará a observar pacientemente su demoroso actuar sobre el papel.

Por supuesto que la suma de todos los factores que he intentado resumir, nos da como resultado el hecho que la acuarela es una técnica compleja, que exige mucho del artista, pero que sin embargo así como exige ofrece también una gama amplia de posibilidades. Y es sin duda esto último lo que enriquece el quehacer artístico y  queda de manifiesto  en la presente exposición, la multiplicidad de estilos y maneras de trabajar con un medio en común, la presencia y la convivencia  en una misma sala entre la mixtura con otras disciplinas y el apego a lo más tradicional, la variedad de temáticas, de sentidos, de formas de expresión. Temáticas, formas y modos que esperamos el público presente pueda disfrutar y sentir, para que de esa forma el ciclo de la obra quede totalmente cerrado, alcanzando su punto culmine y sublime en la retina del observador.

Loreto Inostroza C.

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