domingo, 23 de septiembre de 2012

Durero y la acuarela


De tanto publicar libros de determinados artistas, siempre los mismos, hubo otros que fueron ignorados como pudo suceder con los artistas alemanes y entre ellos Alberto Durero de quien hemos escuchado su nombre y que nació en Nuremberg por 1471 viviendo hasta 1528, tiempo que no lo vio descansar al ensayar todas las técnicas artísticas del dibujo, el grabado y de todo tipo de pintura  incluida la acuarela. A tal extremo que su taller parecería un laboratorio químico de todos los productos y las herramientas  que hacen posible el trabajo del artista plástico.
                Al interesarnos el Durero acuarelista encontramos a quien, siendo de los primeros que la cultiva en  occidente, la lleva a grandes alturas en los momentos en que pudo viajar por la Europa renacentista llegando a Italia un par de veces siendo provechosas sus acuarelas de viaje en que capta las  lejanías con sus brumas, los detalles, los tonos y matices reconociendo la diferencia de los paisajes y su luz en el material indicado. También conoció la pintura italiana y a sus artistas en pleno trabajo. Allí Durero pintaba acuarelas y temperas de objetos variados, plantas y flores y sobre todo animales fueran ardillas, liebres y conejos, zorros, lobos, aves y era tal el realismo con el que representaba pelajes y plumas que llamó la atención a los italianos y como cuenta Paul Johnson en su libro “Creadores”, Giovanni Bellini, de quien se hace buen amigo, le pidió prestado uno de los pinceles especiales para pintar pelajes y Durero le entregó uno que tenía en la mano.        “Pero yo tengo uno de estos” le dijo Giovanni. “Así es” le respondió el pintor alemán cuando le entregaba uno de uso corriente.
                Que la acuarela era la técnica ideal para emplear en las excursiones por ser liviana y necesitar solo un buen papel y sus pinceles, que permite representar con rapidez un paisaje agreste o un barco con sus aguas y quedar lista para guardar ya seca.  Durero demostró su capacidad de pintar ciudades europeas conseguidas con una excepcional calidad dejando un ejemplo para los artistas viajeros con intereses topográficos que van pasando panoramas al papel en poco tiempo, en bocetos que ya pueden quedar terminados in situ o en el taller de casa. Asimismo con sentido científico hasta el siglo XIX la usaron los visitantes europeos a América, fueran Carlos Wood o J. Mauricio Rugendas en nuestro país.
                Gustaba trabajar intensamente, siempre que viera algo extraordinario le interesaba que se legara para la posteridad. En su época era tal la atracción que despertaba su obra que era llevada por los visitantes a sus ciudades y países para que fueran imitadas por sus propios artistas. Y su fama  fue aumentando y su obra revalorizada con los siglos que se convirtió en un símbolo artístico. El 6 de abril de 1828, al cumplirse trescientos años de su muerte, 300 artistas se reunieron junto a su tumba para rendirle homenaje.
                Como es natural para escribir sobre un artista del pasado es imposible decir cosas nuevas y el mismo Paul Jonhson cita a Friedrich Piel y yo tuve la oportunidad de tener en mi mano una versión española de 1998 de ese libro de dibujos y pinturas facilitado por el pintor Albino Echeverría, de Durero considerando que fue famoso desde su propia generación en que exaltan todo lo que aportó a nuestro arte. El mismo escribió asuntos de estética “que el artista estaba habitado completamente por figuras” y se supone como un creador capaz de comprender al mundo exterior puesto que él ve el arte en la naturaleza.
                                                                                                                           Iván Contreras R- 2011  

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